viernes, 13 de marzo de 2009

Matrimonio.




Cántame tus cánticos de amor, como ayer, como el domingo en que te conocí, ruégame que no te mate, dame razones para no hacerlo, para arrepentirme y perdonarte por tus pecados, que más que dolor a Dios me lo han causado a mí.

Debí haber sospechado de ti desde aquél día que no te encontraba por ningún lado en la fiesta de disfraces de mi amigo Pedro, desde un principio ya sabía yo que no debíamos asistir, el nunca me había dado buena espina. Te busqué por la cocina, el patio, incluso salí a la calle, te busqué por media hora, para regresar a la sala y encontrarte charlando con la mujer maravilla. Me dijiste que habías estado en el tocador, que te hacía falta un retoque de maquillaje a pesar de ir disfrazada de gatubela, yo fui a todos los baños en la casa y no te hallé, sin embargo te creí, te quise creer.

Por Pedro ni te preocupes, me confesó todo y se culpó de haberte seducido la primera vez, pero por el sé que no fue la única.

Pedro es un hombre al que se le dan fácil las aventuras, desde nuestros años en la preparatoria le he conocido infinidad de mujeres; casadas, divorciadas, con novios, con hijos y sin ellos. Era un hombre muy atractivo, no lo puedo culpar por ser asediado por mujeres. Pena me da que se haya fijado en la mía, ahora los únicos que disfrutaran de su miembro viril serán los peces del río Lerma.

La última vez que tú y yo tuvimos sexo fue tan diferente, tan frío, tan banal. Nunca te había sentido tan distante, tan indiferente, sin embargo amaste como nunca nadie me supo amar. Cerrabas los ojos para no verme, seguro pensabas en él, en su cuerpo, en sus palabras y sus suspiros en tu cuello.

No sé porque siempre me ha gustado tocar tus manos, tan sedosas, tan jóvenes a pesar de tus ya varias décadas. No te asustes, no te haré daño aún.

Tu llanto no es un cántico de amor, mis oídos se están cansando de escucharte. Tus movimientos bruscos para liberarte de la silla, no hacen más que excitarme. ¿Estás de humor para un poco de sexo?
Yo lo estoy.

Tu piel nunca había estado tan cálida, tu olor nunca había sido tan fuerte; tan humano.
¿Me sientes?
Yo te siento.
Y te siento como nunca antes te había sentido, te cojo como nunca antes te había cogido, sin amor, con puro morbo, como un pedazo de carne, pedazo de zorra, pedazo que eres. Me encantan tus mordidas, si prometieras amarme así por la eternidad tal vez te daría una segunda oportunidad. Pero seguro así mordías a Pedro, y no soy un hombre al que le guste compartir o ser plato de segunda mesa.

Ya casi amanece, y si quiero que todo salga como planeado será mejor que me apresure. Ya no me molestan tus gritos, pero será mejor que tome precauciones, amordazo tu boca para empezar a hacer lo que debí hace años ya.

No te asustes, la sierra es para después, ni la vas a sentir.



Irving González.
Foto Joel Peter Witkin.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ae vete a la verga !!!
ke riko esta !!
jajajajaja
me gusto...
ae saka un libro i me lo dedikas a mi si ;)
ia ps... escribe mas...me gusta en serio.
ae soi tiki ♥

Anónimo dijo...

ia te lo comentare por aqi
:)

sta todo padre..
todo tu
asi con el final inesperado
i asi

ia hacia falta algo nuevo
deberias de inspirarte mas seguido

♥ u

ale