viernes, 28 de octubre de 2011

Om

De vuelta a lo esencial.
O era lo opuesto?
Esencia?
O falta de...

Dónde estabas cuando te busqué?

Ni recuerdo por qué lo hice, pero recuerdo la necesidad de hacerlo. En mi estómago, en mis ojos. En las voces de otras personas que no se parecían a ti.

Intenté buscarte en otros cuerpos más nunca te sentí más lejos.

Qué soy yo para ti?

viernes, 30 de septiembre de 2011

Acto de contrición

Paseaba sólo por las calles; no porque no tuviese quien lo acompañara, si no porque asi se sentía más seguro.
Y dejaba a sus pies tomar las decisiones: a la izquierda aquí, a la derecha por allá. Más nunca se sorprendía al llegar a su destino, pues por más vueltas que diera al azar y sin pensar, sus pies siempre lo llevaban a donde mismo.

Alguna vez pensó en vendarse los ojos y salir así a caminar, ponerse a prueba y descifrar si era el destino o sus pies quienes le jugaban tan injusta broma. Pero el miedo a ser arrollado por un auto era más grande al malestar que le causaba volver a la casa de su madre.

lunes, 16 de mayo de 2011

Polvos Mágicos.( Polvo eres y en polvo te convertirás)

El polvo se acumula en todos lados.
En el escritorio, en el ordenador, en los cd´s. Toma solo dar dos pasos para que tus zapatos y tu cabello cambien de su color negro original, a un gris que los hace lucir como cubiertos en ceniza.
Al primer -¡Que asco!- tu garganta se cierra para evitar el paso de las partíuclas de suciedad que flotan en el cuarto. Tratas de tapar tu nariz con la mano pero es demasiado tarde, un estornudo se anuncia con estruendo; y al tocarte la nariz, logras percibir una línea de tierra incrustada bajo tus uñas.
Das vuelta rápidamente para abandonar el cuarto, pero el polvo; que con el tiempo incrementa, ahora nubla tu vista. Un segundo estornudo raspa ahora tu garganta y saliva sale despedida sobre tus manos, creando una masa grisácea, lodo. Tu piel siente una comezón incesante. Te tiras a gatas dispuesto a encontrar la puerta. Intentas limpiarte los ojos con una manga de tu camisa, pero solo consigues raspar tus párpados y causarte dolor. Apoyas de nuevo tus manos en el suelo y notas como lentamente se hunden, se entierran en ese polvo acumulado que se siente tan distinto a la arena del mar.
Mantienes tus ojos cerrados y piensas en el cielo azul, en un lago y sus peces. Ese lago que solías visitar cuando niño.

Te quedas inmóvil por un día... Por dos, y cada día te empolvas más, como esa silla vieja guardada en el desván.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Uriel

-Bienvenido al mundo de los muertos- le dijo el hombre que resguardaba la puerta.
Uriel sintió un escalofrío intenso recorrer su cuerpo, más ya no sentía dolor.-No temas- hablo de nuevo el hombre dándole un abrazo,-aquí nadie te dañará-.

Uriel cruzó las puertas que; de alguna manera, sabía no eran las de la eternidad, ni las del cielo o el infierno, si no las del olvido. Uriel sonreía en la oscuridad, mientras sus extremidades, una a una se desvanecían.


Irving G.